Opinión sobre video de Séptimo Día y las modelos webcam.

En la década de los 80s, Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon, junto con un colectivo de feministas radicales, impulsaron un proyecto de ley que buscaba prohibir la pornografía en la ciudad de Minneapolis. Con el tiempo, esta ordenanza sirvió como precedente para proyectos similares que fueron presentados en Indianápolis, en Massachusetts, Wisconsin y hasta Nueva York. Sin embargo, todas estas iniciativas quedaron sepultadas después de que la Corte Suprema de USA las consideró inconstitucionales debido a que iban en contra de la primera enmienda que protege la libertad de expresión. En este contexto, surge la discusión en torno al vídeo de Séptimo Día y las modelos webcam.

Los postulados sobre los cuales formularon esta iniciativa eran varios, algunos super descabellados, sin embargo, me gustaria que hablaramos de 4 de ellos:

Si una mujer era obligada a participar en una película porno, el productor debía ser castigado. Pues bueno, una violacion es una violacion, con o sin cámaras, pero la pregunta es, ¿cuántas mujeres participan en una película porno en contra de su voluntad? de que las hay, las hay, pero es eso acaso un patrón a lo largo de la industria o solos hechos aislados cometidos por criminales que les importa cinco las leyes que existen frente a la explotación y violencia sexual.    

El segundo argumento era que si este tipo de contenido era mostrado en espacios educativos o laborales se debería tener la capacidad de demandar al productor. Bueno, no conozco al primer colegio ni universidad que dentro de su plan curricular tenga contemplado ver pornografia.  

 

El tercero era que si se probaba una relación causal entre el consumo de pornografía y una agresión sexual, entonces también se debería demandar al productor. Sin embargo, es importante aclarar que estos estudios no demuestran ni una correlación, ni una relación causal entre estas dos variables. En medio de esta discusión, surge la opinión sobre el video de Séptimo Día y las modelos webcam. Curiosamente, a la fecha, varios estudios han mostrado que mientras el consumo de pornografía ha aumentado drásticamente, las agresiones sexuales han disminuido significativamente. Lo que sí se podría decir es que, al menos, los datos empíricos contradicen la hipótesis de que el consumo de pornografía fomenta la agresión sexual.

Bajo esa misma lógica, los que crecimos con fobias a los payasos podríamos demandar a los creadores de “it”, o a Adele por nuestros problemas de depresión y alcoholismo.    

 

Y la cuarta es que cualquier mujer que se sintiera ofendida o agraviada por el consumo de pornografía tambien deberia tener el derecho demandar al productor. El fin último de un escritor es fomentar el deseo de leer para que compren sus libros, de un músico es fomentar el deseo de escuchar música para que la gente escuche su música, y de un creador de contenido para adultos es fomentar el deseo sexual para que consuman su contenido. Sea que le moleste a una parte de la población, el propósito de un o una creadora de contenido para adultos es vender su contenido, no es que Rusia pare la invasión a Ucrania, ni que la ONU reconozca a Palestina como territorio soberano. 

Pero a juzgar por el último capítulo de este programa, aquí el problema es que, aparentemente, hay personas que también pretenden fiscalizar el deseo sexual, categorizando ciertos comportamientos como “aberrantes” o “no aberrantes” de acuerdo a su burbuja moral . Y aqui quiero citar al celebre senador Gerlein cuando dijo y cito textualmente “el sexo entre hombres es sucio, asqueroso, excremental, merece repudio”. y obviamente que para una persona como esta, merece repudio, porque es el es “aberrante”.  Yo a estas personas les pido el grandísimo favor de que me pasen un manual ilustrado con las posiciones sexuales que según ellas no son aberrantes y están permitidas, cuánto debe durar el coito, y que días del año. Y dios quiera que nunca se inventen algo para poder la mente

 

Por supuesto, en esta vida nada es blanco o negro, y siempre habra limites, pero limites individuales, racionales y consensuados, de lo contrario, lo unico que se estara promulgando es otra forma de segracion. A la mente criminal no le importa las leyes que se creen, (por eso se llaman criminales) y nunca olviden que la legislación sexual de ninguna manera constituye un reflejo de la moral sobre las conductas sexuales, y sino me creen, miren las estadisticas de violencia sexual en paises como India, donde cada 17 minutos violan una mujer, y desde el 2012 existen todas las leyes habidas y por haber en lo que respecta a a violencia sexual.   

Sin embargo, es muy fácil mostrar algunos casos de personas que han sido explotadas sexualmente en esta industria, caer en sesgos de resultados y razonamientos inductivos, y juzgar de manera categórica a todo el gremio. Dentro de este debate, surge la opinión sobre el video de Séptimo Día y las modelos webcam. Pero también es bastante fácil hacer un video reaccionando a esta situación, diciendo que como a mí no me explotaron, ni mi paso por esta industria causó repercusiones psicológicas, económicas ni físicas, entonces todo en esta industria está perfecto. Al final del día, ninguno de los dos discursos aguanta un debate serio, porque por un lado hay alguien que se gana la vida atacando el trabajo sexual, y por el otro, una persona que se gana la vida gracias al trabajo sexual. 

Como dijo el ganador del Pulitzer Upton Sinclair: «Es difícil hacer entender algo a alguien cuando sus ingresos dependen de no entenderlo». Lo que es realmente difícil es hacer una investigación real, con rigor científico, para conocer los efectos psicológicos, económicos y sociales de esta industria.

 

Las narrativas llaman la atención de los seres humanos, está en nuestra naturaleza, y más aquellas que implican tragedia, pero una cosa son las narrativas y otra muy diferente son los hechos.         

 

El problema es que una investigación de tal magnitud es casi imposible de hacer, porque, entre otras cosas, a nivel psicológico tocaría conocer las condiciones de las personas, antes, durante y después de su paso por este negocio. No se puede confundir las condiciones de selección con el resultado, porque de lo contrario, estaríamos cayendo ante la ilusión de cuerpo de nadador, pero a la inversa. Yo he conocido muchas personas que antes de entrar a esta industria, evidentemente ya tenían trastornos afectivos o de la personalidad, y con los años decidieron asistir a terapia, pero su paso por esta industria no significó ninguna diferencia en sus problemas, pero por supuesto, esto que acabo de decir también hace parte de mis opiniones, y mis sesgos de confirmación.     

Ahora, obviamente no se necesita hacer una investigación de años para saber que hay cosas que se están haciendo muy mal dentro de esta industria, como la publicidad engañosa con respecto a los ingresos, la falta de programas de salud enfocados a la prevención de riesgos laborales reales, la evasión, y en fin, muchas cosas. En este contexto, se plantea la opinión sobre Séptimo Día y las modelos webcam. ¿Que si se necesita regulación? Tal vez sí, pero la bandera de la regulación no puede ser la prevención de la explotación sexual, la trata de personas, ni mucho menos la pornografía infantil, porque esos crímenes ya existían antes de que esta industria existiera, y por más leyes que haya, van a existir aún después de ella.

Y lo que tampoco puede ocurrir, es que las abanderadas de la regulación de la industria webcam, sean, como en los 80s, personas como Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon, personas completamente ajenas a esta industria que encuentran en las narrativas de Linda Lovelace, quien fue forzada y violada en una película de los 70s, o en las de algunas personas que fueron entrevistadas en ese episodio, la excusa perfecta para imponer sus sesgos de confirmación y su concepción de cuáles deben ser nuestros deseos sexuales, y cómo, cuando y donde debemos ganarnos la vida.

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